martes, 13 de octubre de 2009

Ad Nauseam

-Dime lo peor que te haya pasado.
-¿Para qué?
-No sé. Me gusta saber dónde le duele más a la gente.
-Cuando tenía seis años, no me sentaba con nadie en los recreos.
-Eso sí que es triste.
-No sientas tanta lástima. Hay cosas peores que no tener con quién compartir tus salchichas.
-¿Qué ha sido lo mejor?
-Una caja de veinte comprimidos por mis quince años.
-No seas cínica.
-¿Por qué no? ¿Qué mejor que reírse de los tropiezos personales? Es hasta mejor que cualquier cápsula paliativa.
-¿Lloras mucho?
-¿Quién no lo hace?
-Deja de evadir con preguntas.
-Sí. Sí lloro. ¿Y qué?
-¿En público?
-¿Cuál es la diferencia?
-Se me ocurrió. No sé.
-No sabes nada.
-Sé que te sientes sola.
-No asumas cosas que no he dicho.
-Dime quién es la persona que has querido más en todo el mundo.
-A mi perra.
-Tu perra no cuenta como persona.
-¿Por qué, porque anda en cuatro patas y no habla? Creo que esas son las mejores cualidades que alguien puede tener; está más puesta en la tierra y no pierde el tiempo en decir pendejadas intransigentes cuando nadie se lo ha pedido.
-¿No has querido a nadie que ande en dos patas?
-No me gusta la gente.
-Porque te han hecho daño…
-Te digo que no asumas.
-Y tú no te hagas la fuerte. No mientas, no te sirve de nada.
-Te equivocas. Sí que sirve. Mentir me hace levantarme todas las putas mañanas y creerme que no pasó nada.
-¿Por qué te lo niegas?
-No voy a responder eso.
-Sabes bien que no fue tu culpa.
-Siguiente pregunta.
-Eso no fue una pregunta….
-Siguiente pregunta.
-No me queda nada que preguntar. Ya lo tengo todo claro.
-Te equivocas otra vez. No tienes nada claro. No sabes nada. No entiendes nada. Es por eso que tú estás del otro lado de la mesa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario