domingo, 20 de septiembre de 2009

:)

Hoy no hay quejas. Bueno, sí las había, pero el maravilloso poder del apendejamiento sentimentaloide ha subyugado mi mala costumbre de ningunearme.

Ya no me importa nada. Nada. Hoy sonrío como imbécil y no me molesto por escondérselo a nadie. Hoy vuelvo a dejar esa canción en mi iPod que hace unos días nada más escuchaba comenzar y me apachurraba el ánimo y las glándulas lagrimales. Hoy me doy un peinón exprés, me enfundo en mi vestido y salgo, porque este día es el mejor que pudo haber sido y vale la pena ir a disfrutarlo. Y, al mismo tiempo, me frustro por saber que allá afuera no va a estar lo que en verdad quiero encontrar.

Qué ironía. El poder de una llamada. El maldito poder de una voz con palabras tan sencillas, que querían decir más que lo que el saldo del celular lo permitieron. Libros. Si serás tonta. ¿Cómo te pones a hablar de libros con alguien que está a pinchimil kilómetros? ¿Porqué esos 10 minutos, esos 10 brevísimos minutos no los invertiste en decir cosas más inteligentes y espontáneas y sinceras y cariñosas y chistosas y elocuentes y…?

Hoy es el peor cumpleaños. Hoy es el mejor cumpleaños. Felices 22. Ya deja de quejarte. Sonríe. Y deja de abrazar el celular.

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