lunes, 13 de septiembre de 2010

… So mothers, be good to your daughters too

Lorenza mira a la ventana mientras se avienta un monólogo revelador. Aspira de su Farito sin filtro, apretando la punta con sus uñas color mamey. Ni en las desgracias pierde su pose de drama queen desparpajada; el rímel corrido le alcanza las comisuras de la boca, pero ni se inmuta, orgullosa de sus propias lágrimas. No hay nada más satisfactorio que llorar por una buena razón. Ella, que siempre lo hace por nada.

-No importa lo pródiga que seas –dice entre carcajadas atragantadas de agua salada–; lo ingrata, desconectada, huérfana y puta que te vuelvas. En el fondo, todas, todas, todas no somos más que viles hijas de nuestras madres. Míranos: somos el destajo de sus neurosis y sus traumas; los cuales, por supuesto, vienen de sus propias madres.

Ana se limita a escucharla. Alza la mano para pedirle un toque, y aspira tabaco corriente con dificultad. Pero no tose, por respeto al silencio sepulcral de la pausa de Lorenza en su discurso desquebrajado.

-Neta, míranos –Lorenza continúa, aún con los ojos húmedos clavados en la ventana–. Nunca vamos a salir del círculo. Por los siglos de los siglos, seremos portadoras y otorgadoras de traumas femeninos… a menos que logremos parir puros hombres, seamos lesbianas, abstemias o estériles.

-Siempre puede intentarse romper el patrón…
-Ni madres, jamás. Es imposible.

Otra pausa para darle la última calada al Farito agonizante. El humo espeso empaña la división minúscula entre las dos. Ana toma la bachicha de la mano temblorosa de Lorenza y la aplasta en el cenicero, mientras que Lorenza toma distraídamente otro cigarro de la bolsa de su chamarra.

En circunstancias normales, Ana haría un comentario al respecto de lo dañino que es prender uno detrás de otro, pero decide omitirlo. Sonar maternal en estos momentos no es lo más pedagógico. Se calla la boca con el cigarro que Lorenza le ofrece después de haber prendido el suyo.

Ambas expulsan humo de sus bocas. El cuarto se hace más pequeño y sofocado. Alguien tiene que decir algo. Pronto.

-Nunca podrás huir de tu madre –vuelve Lorenza a su discurso parricida–. Neta, Ana, te lo digo yo que hasta he puesto tres pinches estados y carreteras de cuota de por medio. De nada sirve…
Puedes esconderte en una cueva en el Himalaya o en esta pinche Tapatilandia jodida, a cientos de kilómetros de sus quejumbrosidades… pero su voz provinciana te va a asaltar en los peores momentos. Te digo, creer escuchar a tu madre es la esquizofrenia más socialmente aceptada…
Cada vez que muerdo una galleta entre comidas o tomo mi maldita cápsula bicolor porque no puedo procesar emociones de una manera normal; cuando se me cae el pelo por pasar más de lo necesario boca abajo y frente al excusado, cuando lloro a lo estúpido por las noches como ella lo hacía, la muy mártir… ahí la escucho: ‘Lorenza, hoy no puedo hacer de comer, no, no pude limpiar la casa, no me siento con ánimos de nada… préndeme un cigarro y cierra la puerta cuando te salgas. No, Lorenza, no uses falda, tus piernas están muy anchitas. Gordita, ¿ya viste? Esos jeans no te quedaban tan apretados el mes pasado... No, no alcanzo a ir a tu recital, tengo una conferencia de autoayuda… a ver, sume la panza, enderézate. ¿Vas a salir vestida así? Ay gordita, voy a ir a otro retiro de una semana, tuve una crisis muy fuerte y necesito pensar en mi’.

Lorenza se suena la nariz con la manga de su chamarra. Voltea por fin hacia Ana mientras le da el golpe a su cigarro. Sus uñas mamey brillan en contraste con la palidez de su rostro exprimido por el llanto. Sonríe.

-Pero por fin lo entiendo; es inútil. He dedicado seis años a ser todo menos mi madre. Y no voy a llegar a ningún lado. Luchar contra ella es, en realidad, luchar contra mí. Yo soy mi madre. Ella y todos sus traumas.

3 comentarios:

  1. Hola de nuevo...buen relato, 100% femenino pero me recordó a esa frase "Igualito que tu padre"...y aclaro, no me gusta Jenni Rivera ni la banda...
    Saludos
    xD

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  2. carajo. cómo me gusta leer a alguien como tú. me encanta leerte y los celitos que me dan de no poder escribir tan padre. felicidades maldita.

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