jueves, 25 de febrero de 2010

Faux Pas/Social Awkardness

Se agota el espacio para poner puntos suspensivos. Hasta para eso se me está acabando la tinta. Estoy seca. Estoy harta. He dejado de sonar chistosa hasta rayar en lo melodramático. Ya nadie se ríe de la miseria ajena. Mucho menos de la mía.

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Uno debe de preocuparse cuando comienza a perder el sentido del humor en los tropiezos propios de la rutina. Cuando la risa se vuelve mecánica, un accesorio para las palabras… cuando uno está absolutamente consciente de todos sus actos. Estoy hasta la madre de estar al pendiente de mi propia conversación. De cuidar el ser suficientemente casual sin llegar a lo distante, y no ser tan fría que parezco atufada de todo. Y ni se diga de las carcajadas estruendosas. Esas están vetadas hasta nuevo aviso.

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Mi precariedad social me obliga a esconderme detrás de los audífonos y los lentes de sol. No miro a nadie, no escucho a nadie. Me deslizo por la calle esquivando gente como si fueran costales de huesos y lugares comunes. Me dan pereza todas sus muletillas políticamente correctas. Tengo miedo de que me contagien.

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Todos estamos enfermos de lo mismo: de ceguera. Aquí estás, frente a mí, haciendo circo, maroma y teatro, pero no te estoy viendo. Tampoco escucho tus gritos de auxilio entre tus comas y puntos, detrás del hola, cómo estás, bien y tú, bien también, nos vemos luego. En realidad no te escucho. En realidad no me importa. Y lo que es peor, a ti tampoco. Nos quedamos en lo superficial de las palabras porque en el fondo no nos interesa saber más de lo necesario. La profundidad nos asusta.

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Mi lugar más seguro del mundo es cualquier lugar en el que sea socialmente aceptable actuar como si uno estuviera solo, ignorando al resto de mortales a la redonda: en los elevadores, en las colas para pagar, en la sala de cine, en el asiento delantero del coche con el radio hasta el tope, en el pasillo de frutas y verduras del supermercado… en cualquier espacio en el que sé que nadie va a voltear a verme, pero sabe que estoy ahí. Me siento protegida. ¿Qué tan deshumanizante es el no justificar tu existencia porque te miran, sino porque deciden ignorarte?

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Tal vez sea mentira. Tal vez no soy tan fuerte. Tal vez sí quiero que me mires.

2 comentarios:

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  2. me encanta la franqueza con la que escribes, y sin embargo suena poético

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