domingo, 10 de enero de 2010

Año Nuevo, Negación Nueva

Esta es la parte en la que reciclo la lista de propósitos del año antepasado y me juro y perjuro que esta vez sí voy a dejar de fumar y tomar tanto, hacer ejercicio, comer sanamente, dejar los vicios mentales, las pastillas y acortar la lista de amistades nocivas. Esta es la parte en la que desenvuelvo mi agenda roja y reluciente y me machaco que este año sí voy a ser cumplida, responsable y puntual, que voy a levantarme temprano y hacer ejercicio, reinventarme rascuachemente con un corte de pelo aún más extremo que el anterior y nuevas frases domingueras que ensayaré para tooodas esas citas que planeo tener con fulanos que nunca me van a voltear a ver. Esta es la parte en la que me miro al espejo y me repito el prólogo de un libro de Gaby Vargas: Eres Especial, Eres Hermosa, Vales Mucho, Quiérete, Consiéntete, Cree En Ti Misma, Bla Bla Bla…

Esta es la hoja en blanco.

Adoro las hojas en blanco.

Por eso nunca las lleno. Por eso nunca hago lo que me propongo. Para no arruinar el blanco.

Porque a quién quiero engañar. Detesto a la Vargas. Me encanta perder el tiempo en no hacer nada, en fantasear y vivir en mi cabeza. Soy una personita de lo más insegura. Le tengo pánico a TODO. Soy un manojo de nervios y un bote de inseguridades. Soy una ebrioréxica con diploma en apreciación de vinos de mesa, una desordenada nutricional, una floja que usa pants y tenis sólo para salir a tirar la basura los domingos, soy maniaca, dramática y pesimista. Me encanta fumar, no quiero dejar de fumar y me importa un pito llegar a los treinta con gastritis por empinarme una jarra de café al día. No tengo que hacer el propósito de leerme al menos dos libros al año como el resto de la gente; escóndame los libros si quieren que haga algo productivo. Odio planear, no sirvo para cocinar ni un fideo y a los dos días que intenté arreglar mi(s) cuarto(S), tengo que volver a hacerlo porque hay un cerro de papeles y ropa que me impiden llegar al otro lado. No quiero recrearme una nueva personalidad; soy demasiado mala para las relaciones sociales, le tengo miedo a la gente, no me gusta y por más que me propongo ser más despreocupada, siempre creo que el de al lado me está observando, esperando a que me tropiece con la banqueta. No, no pienso aprender a usar tacones ni comprarme un despertador más potente… hasta dormida los apago. Me da flojera pensar en una mejor relación familiar, en reír más seguido, en un nuevo guardarropa y círculos sociales más influyentes; no quiero descubrir la clave de la felicidad en los textos de Jorge Bucay y posiciones retorcidas de yoga, no puedo agregarme un hobbie más ni intentar dejar de frustrarme por nunca sentirme tan bonita como mis amigas. No puedo quitarme los tics a estas alturas de mi vida, no puedo proponerme a ser el elementazo y alma de la fiesta ni sacar el glamour, porque no está en mí, no lo tengo.

Soy yo. Soy una bolita de estambre enredada. Puedo llenar un pergamino de propósitos destinados a negar mi naturaleza desparpajada, pero para marzo ya estoy volviendo a mis viejas andadas. Porque el drama es lo mío, por eso nunca puedo hacer, decir o escribir algo que no tenga la acidez que fluye de mi estómago a mis palabras. Ser yo es un vicio.

Tal vez no llene mi página en blanco otra vez.

Pero al menos, creo que siempre sí tengo un propósito.

Quiero dejar de ser adicta a ser yo.
Aunque sea un poquito.

4 comentarios:

  1. Consumete todo rapido, tus pulmones, higado, cerebro, etc.

    Este mundo ya no necesita personas interesadas en cambiarlo.

    Con cariño
    rr.-

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  2. , gracias, gracias :)...delirios de una pesimista

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